Bert van
Manen
Todos los
billaristas usamos la tiza sobre nuestra suela para evitar una pifia.
Si de todas
maneras pifiamos, no culpamos a la tiza, culpamos a la suela.
Y luego
vamos a la taquera a sacar otra flecha al tiempo que decimos “Odio esta
flecha”.
Esta segunda
flecha no es tan buena como la primera, pero empezamos la partida
con una
buena excusa. El cambio de flecha tiene la única finalidad de decirle al
público
que la pifia
no fue culpa nuestra (aunque, de hecho, lo fue).
Pero mi
intención no es hablar de flechas. Quiero hablar de la tiza y de su principal
función:
aplaudir una buena carambola del rival. Se toma la tiza y se da un
golpecito
con ella
contra el taco una o dos veces.
También en
esta ocasión estamos frente a una acción dirigida básicamente a los
espectadores.
Con este gesto, usted le está diciendo al público que usted es un tipo
correcto, un
tipo con buena actitud. Esto tiene poco o nada que ver con su verdadera
apreciación
del tiro. A usted no le gustó para nada la carambola
(especialmente
porque usted fue la víctima) pero se cumple con el ritual y se
golpea el
taco con la tiza.
Además, este
gesto sirve para contener el nivel de motivación del oponente.
¿Me explico?
Supongamos
que usted ejecuta un gran tiro. ¡Una carambola maravillosa!
El público
recompensa esta acción con un gran aplauso, pero su rival permanece
con un
rostro serio y no hay golpecito con la tiza. Esto se asemeja a un insulto
y usted
piensa: “Cretino, no se imagina lo que se le viene encima. No perderé
esta partida
así me tenga que comer esas bolas sin pimienta y sin sal.
¿Lo
entienden ahora?
Veamos ahora
algunos tipos de aplauso con la tiza
1) El
golpecito falto de sinceridad de principio de partida. Éste necesita
pocas explicaciones.
Después de una carambola común y banal del oponente,
usted golpea
con la tiza pero su objetivo es sólo sentar el precedente de que usted
es un tipo
simpático. La partida va 3-4 en un duelo a 40 carambolas, así que
¿quién se
preocupa?
2) El golpecito
de simpatía. Usted tiene
la partida en el bolsillo. Va adelante 35-8 en
un encuentro
a 40 carambolas, entonces lo que usted está haciendo con el golpecito
sobre el
taco es tirándole un hueso al pobre tipo confundido. Cualquier carambola
sencilla es
digna de felicitación por parte del virtual vencedor.
3) El
golpecito irónico. Su rival hace una carambola de chiripa evidente y usted da
el golpecito
con la tiza. Hay que precisar que este comportamiento es riesgoso
(por lo
provocador) pero no es abiertamente hostil. Acompáñelo con una sonrisa
y saldrá
usted ileso.
4) El
golpecito sarcástico. Su oponente realiza una chiripa disimulada y se
queda
tranquilo como si la hubiera querido jugar así. No hay señales de
disculpa
y a usted
esta actitud lo saca de casillas. Es posible que el auditorio se haya
percatado de
esta situación o no, pero usted SABE que fue un tiro de suerte del tipo.
Lo que
usted le está queriendo decir con el golpecito en el taco ee
: “ yo ME DI CUENTA”. Esta actitud ES hostil.
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5) El
golpecito Arie Weijenburg (un excelente tribandista holandés). Este
golpecito
lleva su
nombre por la rapidez que tiene este jugador para anticipar el desenlace
de los tiros
de su rival. Cuando su oponente golpea su bola y faltan aún 5 o 6 bandas
para saber
si habrá carambola o no, los espectadores están en suspenso y
Weijenburg
golpea con su tiza para “felicitar” a su rival. Unos segundos más tarde
se comprueba
que, efectivamente, se realiza la carambola. Lo que él hace es
desplazar la
atención puesta sobre el adversario hacia él mismo. El golpecito
de
Weijenburg le roba todo el protagonismo a la carambola del rival puesto
que él ya ha
anticipado el resultado.
6) El
golpecito Raymond Ceulemans. Es más o menos lo opuesto al golpecito
Weijenburg.
Si usted asiste a una reunión de negocios, no diga nada durante
los 10
primeros minutos. Esto le garantizará ser escuchado con toda la atención
cuando
finalmente se decida a hablar. Ceulemans da muy pocos golpecitos sobre
su taco. Y
además, ¿por qué tendría que hacerlo? Para su nivel, muy pocas
carambolas
deben ser extraordinarias. Mientras que el gesto de Weijenburg
precede la
respuesta del auditorio, el de Ceulemans llega después. Después
de que se
han apagado todos los aplausos y que reina de nuevo el silencio,
Ceulemans da
su golpecito con la tiza. Lo que está queriendo decir es: “ESTA VEZ,
sí tienen
razón, muchachos. ESE fue un buen tiro”. Distinto método, resultado
idéntico.
Del mismo modo que Weijenburg, Ceulemans ha desplazado
la atención
hacia él mismo. Le está diciendo a todo el mundo que él es el alfa y
el omega de
este juego y que no lo olviden.
Mi consejo
personal: Sea muy, muy parco con esos golpecitos de felicitación
enumerados
del 1 al 6. En cambio, sea generoso con el golpecito número 7 si su
intuición
como amante del juego se lo dicta.
7) ¡Vaya! Ese fue un hermoso tiro.